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Después de mucho tiempo con ganas de ponerme a escribir y contar mis experiencias y aprovechando la inauguración de la página Web, creo que ha llegado el momento.

Son varios los temas sobre los que quiero escribir o generar contenido que pueda ser interesante para alguien, aunque solo sea para uno mismo y en este caso quiero empezar con mi experiencia como emprendedor.

EMPRENDER A LOS 52

Se habla mucho de la edad idónea para emprender, por lo que quiero contaros mis primeras sensaciones.

Cuando emprendes una actividad a los 24, 34 años, tienes mucha vitalidad, ganas de comerte el mundo y un punto de inconsciencia, pero al mismo tiempo muy poca experiencia y mucho por demostrar sin saber realmente en qué puede terminar la idea inicial, pero cuando lo haces a cierta edad como es mi caso, tienes algo menos de energía, pero mucha más experiencia que te permite dar los pasos más precisos y lo que es más importante, tener más claro que es lo que quieres hacer, pero tengo que reconocer que si no recuerdo mal en esta ocasión me ha dado más vértigo, pero la confianza de los amigos y allegados ha sido mayor.

Hace mucho tiempo que pensaba que había una necesidad en el mercado sin cubrir y  que se adaptaba bien a mi experiencia profesional y mi forma de ser, por lo que me puse manos a la obra. Lo primero, contrastar con algunos empresarios, responsables de entornos empresariales, instituciones y amigos para conocer su opinión respecto al proyecto que tenía en mente y la respuesta fue positiva.

Cuando uno se mete en estos jaleos, de una forma bastante directa implica a su familia en el proyecto, de forma que el segundo paso fue plantear el proyecto en casa por eso de confirmar el apoyo tan necesario cuando las situaciones se complican y  necesitas la ayuda de los más cercanos. Por supuesto que lo tenía.

El siguiente paso, analizar la inversión necesaria, formas de financiación, ¿capitalizar el desempleo?, una vez analizado vemos que es factible, la inversión no es excesiva y que se puede aguantar el tiempo necesario hasta tener un mínimo de clientes (todo proyecto requiere de un plazo mínimo para ponerse en marcha y supongo que en esta ocasión no será distinto por muy optimista que yo sea).

Después de todo lo anterior, definir, darle forma al nuevo proyecto, tipo de cliente, sector, oferta y ponerlo en marcha (como el contraste inicial es muy positivo en vez de hacer un estudio de mercado, decido comenzar con la captación de clientes que al mismo tiempo me marcará el camino a seguir.

No sé hacia donde puede derivar el proyecto y cuál puede ser el resultado, pero de momento no me arrepiento de la decisión tomada y al margen de la tensión e incertidumbre del comienzo, tengo que reconocer que estoy muy tranquilo, feliz y con muchas ganas de que la nueva empresa pueda crecer con normalidad y pueda mejorar como profesional en esta nueva aventura.